Desde luego, qué bonito se pone todo en verano. Y qué culpable te sientes si te dejas llevar por sus “derivados”: piscina, terrazas, escapadas a la playa,…
Pues bien, hoy te vamos a dar razones y herramientas para eliminar la culpa de nuestra mente y disfrutar al máximo esos ratitos que nos regala esta estación.
¡Ay las culpas!
Mi abuela me decía: si no se puede, no se puede. No es muy filosófico, pero hay pocas cosas tan ciertas.
La mayor parte de culpa nos viene dada por las circunstancias: Si no hay clases, hay niños. Y los niños necesitan su verano, como lo tuviste tú. Además, la perspectiva de esos 15 días de vacaciones en los que ya te habías planificado el estudio más seriamente, se diluye un poco cuando te descubres trasteando la aplicación de ofertones de viajes de última hora. Y, por si fuera poco, las vacaciones de esos familiares, que creen que tú también tienes vacaciones y te hacen visitas en el fin de semana con planes endiabladamente apetecibles.
¿Puedes evitar estas circunstancias? No. ¿Puedes preveerlas e incorporarlas a tu planning? Sí. Y además son beneficiosas.
Si no puedes con el enemigo, únete a él.
Es tan difícil tratar de estudiar siendo seducido por el sonido de la terraza de abajo… Si tu mente está ahí, baja. Y cuando lo hagas, descubrirás que tu mente estará en tu escritorio. Ocurre lo mismo en cada una de las situaciones inevitables descritas arriba.
En cualquier caso, el verano potencia aún más la disociación entre tu córtex y tu sistema límbico, entre lo que debes hacer y lo que te pide el cuerpo.
Claro, esto atenta contra la consecución de tu objetivo.
Lo óptimo para vivir plenamente las decisiones que has tomado es que ambas partes caminen de la mano. La clave es la planificación de los descansos y aprovechamiento de la mente despejada en los momentos de relax.
Ocuparse es efectivo, preocuparse no.
En primer lugar, no esperes tener el mismo ritmo en verano que en el resto de estaciones. Si todo parece estar paralizado en agosto, es posible que tu voluntad también sufra alguna merma. No somos Thor. Además, de los periodos más tranquilos, obtenemos un descanso muy necesario para enfrentarnos a septiembre y sus menos atrayentes “derivados”. Digamos que en verano repostamos para el resto del año.
Por otro lado, la motivación es lo que marca el aprovechamiento del tiempo. Si utilizas lo que te motiva para marcar tu planning, te sorprenderás de tu eficiencia. Encarar una semana de estudio con la perspectiva de una salida el viernes por la tarde, tiene un atractivo matiz. Además, conseguirás atención y disfrute pleno en cada actividad.
Cuando tomas conciencia e integras bien tus procesos, es más fácil pasar de un estado de estudio a otro de ocio y viceversa. Las aplicaciones móviles constituyen una herramienta tremendamente eficaz en estos casos. Respondes test mientras te secas al sol, amplías información sobre algo que te ha venido en el momento “flotador de unicornio”o resuelves una duda surgida mientras charlabas con tus compañeros en la terraza pecadora. Un buen compañero de unicornio, podría ser una aplicación que tenga más de 22.000 preguntas de exámenes oficiales, test y simulacros. Podría ser, incluso, nuestra propia aplicación…
Una última sugerencia: para. Del todo. Dí que sí a ese chollo en Huelva. Disfrútalo, vívelo y recarga tu energía. Pero asegúrate de que el alojamiento tiene wifi, vaya a ser que en la siesta del tercer día el cuerpo te pida una videoclase sobre traumatología. El cuerpo es sabio, es sabido. Además, no siempre tres son multitud: Huelva, app y videoclase, disfrute sin remordimientos.
Realmente, en verano puedes hacerlo todo, pero planifícalo y cíñete al plan. Sólo así evitaremos la fuga de energía que supone no sentirte bien.